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Fecha de la newsletter: 09-02-2016

Enfermeros alicantinos realizan proyecto de intervención comunitaria en Kenia

Recibieron el Reconocimiento a la Labor Humanitaria en el Día de la Enfermería de la Comunidad Valenciana

El Reconocimiento a la Labor Humanitaria incluido en los actos de la pasada edición del Día de la Enfermería de la Comunidad Valenciana organizados por el Colegio de Enfermería de Alicante no pudo ser recogido por todos los homenajeados este año debido a que dos de ellos, Andrés Climent y Elena García, se encontraban en Kenia trabajando en el proyecto de intervención comunitaria por el cual recibían esta distinción. En su nombre lo recogió el tercero de los participantes en el mismo, José Ramón Martínez Riera.

Una  vez de regreso a Alicante tras la finalización del proyecto y casi año y medio en el país africano, el Colegio les recibió para hacerles entrega del reconocimiento y para que comentaran en esta entrevista los pormenores de su labor durante este tiempo.

“Todo esto empezó porque yo me iba a Kenia a trabajar en una clínica móvil y en un centro de salud y cuando me explicaron en qué iba a consistir mi labor me pareció fundamental que hubiese una intervención comunitaria real allí”, explicó Andrés Climent, que trasladó su inquietud a José Ramón Martínez Riera, su entonces profesor en la Universidad.

Martínez Riera recordó así cómo fue informado de lo que al final acabó siendo esta experiencia: “Un día me abordó en el pasillo de la Facultad y me dijo “que voy a Kenia y quiero hacer un proyecto de intervención comunitaria”. Y reconozco que en ese momento me ilusionó el que un alumno se interesase así por ello, y más teniéndolo que desarrollar en un contexto totalmente desconocido. Ante ello lo que tuvimos que hacer fue una buena planificación para llevarlo a cabo. Andrés estuvo en Kenia el mes que tenía previsto y previmos la información que tenía que recoger y ya con ello hicimos un diseño más serio. En ese momento Elena aún no se había incorporado y tras la vuelta de Andrés a Kenia ya con esa planificación para identificación de líderes y el desarrollo de diferentes acciones dio comienzo el proyecto en cuestión. En principio fue un diseño muy básico de las bases de lo que entendíamos eran las bases de lo que permitiría posteriormente poder hacer un desarrollo del programa de intervención comunitaria”.

Para ello se trató de recoger y recopilar la mayor cantidad de información posible relativa a cómo era el entorno y cómo estaba constituido y sobre todo la identificación de líderes comunitarios para que actuasen como agentes de salud que pudieran actuar de manera autónoma después de la intervención. Una vez recopilada esta información, diseñado el programa y con Andrés y Elena sobre el terreno ambos mantuvieron una constante comunicación con José Ramón Martínez Riera para realizar una evaluación de los pros, los contras y las dificultades que permitiera desarrollar las actuaciones a poner en marcha.

“Allí principalmente el trabajo se desarrolló en la comunidad, en colegios y con un grupo de matronas. Con cada uno empezamos identificando a los líderes; unos líderes que allí son personas que sepan inglés, que puedan escribir; en los colegios incidíamos mucho en los profesores, porque para tratar con niños tienes que llegar a ellos a través de los profesores; las matronas tradicionales de allí, que suelen ser personas de avanzada edad”, indicó Elena García.

Una figura, la del líder, vital, dado que es referencia para las personas con las que se trabaja por la credibilidad que le atribuyen y el respeto que le profesan.

Los frutos del proyecto

“Yo me encargué del trabajo con las matronas, pues al ser mujer ellas se sentían más cómodas a la hora de hablar conmigo que con un hombre. Con ellas ya trabaja un equipo anterior y los principales logros se alcanzaron en temas relacionados con la higiene, tanto de sus manos como en la higiene íntima de la mujer. Nosotros quisimos ir un poco más allá e introdujimos el método canguro para que el nacer los niños no los apartasen de las madres ni dejasen de darles de mamar hasta que no tuviesen nombre. Les insistimos en que era muy bueno que nada más parir el niño tuviese contacto piel con piel con la madre y comenzase la lactancia. Es algo que nos parece fácil a nosotros pero que para convencerlos tienes que usar muchas vías, como por ejemplo hacerles ver el beneficio que ello tiene, además de para el niño, para la madre, cuya salud les importa más”, apuntó Elena García.

Una labor que se sumó a la llevada a cabo por Andrés Climent, quien relató su trabajo como sigue: “Yo me centré más en el colegio y en lo que eran los líderes comunitarios del pueblo. No les llegas a hablar el VIH, pues es algo que les cuesta entender, te tienes que quedar en aspectos más básicos como hervir el agua, hervir la sangre de los animales cuando se la beben, hervir la leche, cuidar la higiene a la hora de hacer sus necesidades y en algo como los primeros auxilios. Hay que tener en cuenta que su mentalidad puede conducir a empeorar una herida o la situación de una persona que ha sufrido un accidente o un percance como puede ser una picadura de una serpiente. Por eso fue muy importante, más que introducirles en algo nuevo para ellos como puede ser la tuberculosis o el VIH, que lo intentamos, centrarnos en lo más básico y en los primeros auxilios en el sentido de no empeorar ciertas situaciones”.

Una vez finalizado el trabajo sobre el terreno y asegurar su continuidad con otra enfermera llega el momento de la publicación de los resultados y experiencias en artículos científicos. Unas actuaciones que, como matizó José Ramón Martínez Riera, “no pueden nunca desligarse de manera aislada para analizarlas y estudiarlas, pero tienen su razón de ser vistas en su globalidad y en su conjunto. Lo tienen en sí mismo por el hecho de la planificación que se hizo y por su desarrollo, lo que permitió que pudiésemos trabajar de manera conjunta, ellos allí y yo aquí. Es muy importante trabajar en equipo en este tipo de proyectos”.